Qué es la cadena forestal celulósica? Qué impactos tiene sobre la vida en los territorios donde se instala?
Por qué se ha “desplazado” desde territorios del norte global hacia el sur global en los últimos 20 años?
Para qué sirve? Quiénes obtienen las ganancias que genera? Para qué se usan los productos que genera? Quiénes los usan?
Quiénes están siendo directamente afectades por sus impactos en Abya Yala?
Quiénes están resistiendo y defendiendo ante ésta lo que queda de agua, biodiversidad, tierra sana, y comunidad?
Estas preguntas tienen algún tipo de respuesta en diversas fuentes, por ejemplo en el manual escolar que la empresa UPM difunde en las escuelas públicas de Uruguay, ilustrado, colorido, y llamado “Conoce el maravilloso mundo forestal”. El discurso que allí se transmite a las infancias uruguayas no concuerda con lo que podemos conocer si recorremos localidades y regiones enteras de Abya Yala como Wallmapu (territorio mapuche, sur de actuales Chile y Argentina), ciudad y alrededores de Fray Bentos (Uruguay), Epírito Santo (Brasil), Misiones (Argentina), entre muchos otros. O si indagamos en datos estadísticos de economía y estudios independientes sobre transformaciones económicas y sociales vinculadas a este modelo, como lo es el estudio Impactos socio-territoriales de las plantas de celulosa en Fray Bentos y Conchillas realizado en Uruguay por Daniel Pena y Soledad Recoba en 2020; o el realizado en Chile sobre el vínculo con incendios masivos Incendios y especialización productiva. Sobre el agronegocio forestal exportador en Chile. ( Silvia Adoue, 2018).
La diferencia que existe entre el discurso desarrollista extractivista (tanto de gobiernos de derecha como progresistas) y la realidad de nuestros territorios entregados a la plantación forestal y producción de celulosa se expresa máximamente en conflictos directos entre comunidades, poblaciones enteras, y fuerzas represivas estatales y paraestatales, en toda Abya Yala. Hoy en día, como hace más de quinientos años, quienes a fin de cuentas han logrado marcar un límite físico, material, a la expoliación de los territorios son quienes habitan viviendo en comunión con el todo; pueblos originarios, campesinos, pescadores artesanales, afrodescendientes, entre otros. En el caso de la cadena forestal, una región laboratorio ha sido desde los 70s el sur de Chile, y ha encontrado desde entonces la cada vez más fuerte cosmovisión, identidad y resistencia del pueblo Mapuche (gente de la tierra).
A ambos lados de la cordillera sureña las comunidades o pu lof mapuche luchan por no ser desplazadas de sus territorios a manos de empresarios forestales y actores políticos aliados (cuando ambos no coinciden en una misma persona). Actual ejemplo de ello es el decreto establecido por Piñera en Chile, ni más ni menos que el pasado 12 de octubre, que declara estado de excepción y despliegue militar en todo el Gulumapu. Mientras en Santiago se avanza en un histórico proceso constituyente como gran expresión democrática y fin de la constitución pinochetista, en el sur las comunidades mapuche y localidades en general viven la militarización, represión, tortura y asesinatos, que algunos creen olvidadas en los 70s-80s.
Ante ésta realidad tan ausente en la información difundida por las empresas de comunicación en todo el continente, entre medios alternativos y redes de solidaridad “desde abajo” se dio inicio a comienzos de noviembre a una serie de encuentros virtuales autoconvocados llamada Empresas Forestales en el Sur de Abya Yala: voces desde los territorios. Enfocando el primer encuentro en la Resistencia y Militarización en el Wallmapu.
A continuación una recorrida muy reducida por las voces que se pronunciaron, cuya grabación completa está disponible en Fb /La Subversiva Contrainformación.
Que le corten la cabeza
al concepto colonizador.
(Y, de pasito, que se la corten
también a Colón.)
Futa Willimapu, de Lili. Desde la Lof Lleu-Lleu (Gulumapu), María José Lincopi dio inicio al intercambio recordando el 12 de octubre, la primera invasión. Fecha simbólica que el presidente Sebastián Piñera eligió para lanzar el decreto del estado de emergencia, ordenando una vez más la militarización de los territorios mapuche. Lo hace acusando de terrorismo la lucha por el territorio ancestral, acusación replicada desde los medios de comunicación.
“ La gran demostración de fuerza del Estado chileno afecta fundamentalmente a les niñes, naturalizando la violencia y ocupación militar.Hay muchos hermanos presos, inclusive ahora hay dos machis presos, sin que se les reconozca su calidad de presos políticos. Piñera señaliza para la elite económica que sus intereses de explotación de las riquezas del Wallmapu podán continuar.” (María José Lincopi, educadora, Gulumapu)
Las comunidades, no obstante, están recuperando los territorios. En ellos trabajan, los administran y ejercen el control territorial efectivo. Ejemplo de ello fue lo que transmitió Juan Baeza Pangulleff desde la actual recuperación de Quemquemtrew, en la Cuesta del Ternero, Puelmapu. Expresión del intenso proceso de levantamiento de roles comunitarios-espirituales mapuche que desde el intento de exterminio de la “Conquista del Desierto” y colonización de lo que hoy llamamos Argentina, no se hacían tan visibles. En este caso un territorio que está siendo parte de un negocio forestal de Rolando Rocco, relacionado con el magnate Joe Lewis, que quiere arrasar con el bosque nativo e instalar extensas plantaciones de pino. A los veinte días comenzó la represión y llegó el Cuerpo de Operaciones Especiales de Rescate (COER) de la provincia de Río Negro, diseñado para reprimir. La comunidad resistió con piedras y boleadoras. Pero el desequilibrio de fuerzas era muy grande. Los efectivos de COER salieron a cazar a los miembros de la comunidad por el bosque, algunos fueron apresados y otros permanecieron durante horas y días allí. Los fiscales Betiana Cendón y Francisco Arrien impiden que se les haga llegar comida y abrigo al territorio recuperado.
Desde Fray Bentos y Colonia (Uruguay) , Misiones (Argentina), y Espíritu Santo (Brasil) se compartieron relatos con grandes puntos comunes como la ubicación del inicio del proceso forestal en torno a los procesos dictatoriales de los 60s - 70s y especialmente el Plan Cóndor. Enmarcándose legalmente e iniciando monocultivos forestales en la mayoría de los casos, en tierras campesinas e indígenas. Procesos destructores de la vida en su conjunto e ilegales en muchos marcos, que sucesivos gobiernos democráticos de diferentes partidos no corrigieron sino que fortalecieron, especialmente en los últimos 20 años. Ampliando el área forestada en todos los casos y el número de plantas de celulosa mientras ambos disminuyen en países del norte, a causa de sus medidas de protección ambiental y social. También fue común el principal discurso defensor de este modelo sostenido en la fuente laboral y mejoras en tasas de desempleo para las poblaciones locales, lo cual es rotundamente refutado en la evidencia empírica de los territorios y en investigación científica independiente a la injerencia que las mismas empresas tienen en las universidades e instituciones públicas en general.
“Fueron construidos por el Estado mecanismos financieros, fiscales, legales y de infraestructura. La ley Candir, de 1996, exime a las empresas del sector de varios impuestos en el proceso de exportación de madera y celulosa, y a la importación de insumos agrícolas y agrotóxicos. Hubo cambios de leyes laborales y ambientales. El Estado financia las grandes empresas y las grandes empresas financian las campañas electorales de los políticos. Un gobernador de Espírito Santo fue elegido para tres mandatos y hoy es presidente de la mayor institución de monocultivo de Brasil, que es la Indústria Brasileira de Árvores (IBA).” (Adelso Rocha, Moviemiento de trabajadores rurales sin tierra, Espíritu Santo)
En todas las intervenciones se dieron ejemplos claros donde el desarrollo forestal ha sido inverso al del empleo, y en contra parte se evidencia como los yerbatales de Misiones, por ejemplo, hoy reducidos a la mitad por este modelo, ofrecen una proporción mucho mayor de puestos laborales.
“Mil hectáreas de yerba generan 168 puestos de trabajo, la misma cantidad de plantación forestal 4,5 puestos con baja estabilidad o tercerizados. Provocan éxodo rural y acorralamiento de los pueblos originarios, desaparición de la biodiversidad y destrucción de cultivos tradicionales. Se está produciendo un libro: Monopolio y extranjerización a partir de la industria papelera. Este es un modelo de exclusión y no compatible con la vida, que beneficia a muy pocos y que cuenta con la complicidad de la clase política. Donde se instalaron las pasteras, la desocupación supera el 50%.” (Ruben Ortiz, Movimiento Pedagógico de Liberación, Misiones)
“Según la IBA, Brasil es el segundo mayor productor de celulosa del mundo, sólo atrás de Estados Unidos. En el pequeño estado de Espírito Santo, 8,5% del área agriculturable de eucalipto. Sin embargo, ese monocultivo genera sólo 5% de los empleos rurales de la provincia. Algunos municipios, como el de Conceição da Barra, tiene 50% del área plantada con eucalipto que genera sólo 2% de los puestos de trabajo. Hay conflictos constantes con indígenas y campesinos en Espírito Santo y en todo Brasil.” (Adelso Rocha, Moviemiento de trabajadores rurales sin tierra, Espíritu Santo)
La violación más concreta de todo derecho legítimo y legal de los pueblos originarios y campesinos que son desplazados o reprimidos con prisión y muerte en caso de negarse a ser parte del proceso; la destrucción de amplios ecosistemas fundamentales para la conservación y disponibilidad de agua y biodiversidad; el uso de plaguicidas prohibidos en países del norte global, el impacto concreto en salud humana y la ausencia de monitoreo estatal de todos estos procesos, fueron otros elementos reiterados en los distintos testimonios.
“El proyecto extractivista y de desarrollo se mueve en un “triángulo de fuego” inamovible: la mayor rentabilidad posible, en el menor tiempo posible y con el menor costo posible. Esto contradice los sentidos regenerativos de las estructuras biológicas. Pero las empresas también invierten en promoción de sociedades de fomento, juntas locales, escuelas, para ir conquistando el consenso social. Es un repertorio de estrategias que se repiten con un montón de variantes. Ya hace doce años de la instalación de la empresa que está en Fray Bentos, con la promesa de creación de empleos en el departamento (Río Negro) en el que había mayor índice de desocupación; hoy continúa teniendo uno de los mayores índices de desocupación.” (Igor Alexandro, proyecto agroecológico comunitario Laguamanda, Colonia)
En lo económico a nivel nacional se reitera en los distintos territorios el millonario subsidio estatal que este modelo involucra y del cual depende para desarrollarse (como todo proyecto extractivista) traducido en exoneración de impuestos, determinación de zonas francas, construcción de infraestructura vial y energética.
“Sin la acción estatal, la implantación de las cadenas no sería posible. Son los Estados quienes construyen el marco legal, integran con políticas públicas a pequeños y medios productores, empeña recursos públicos para construir infraestructura de energía y logística, pone las universidades a prestar servicios de innovación y formar fuerza de trabajo calificada (aunque flexible). Cuando no pueden vencer la resistencia a las cadenas por cooptación, la criminalizan y reprimen, como en el caso del Wallmapu.” (Silvia Adoue, Escuela Nacional Florestán Fernandes)
A esto se le suman externalidades en costos de los impactos destructores antes mencionados, comparables al ejemplo extremo de tipificación de Zonas de Sacrificio en Chile y la evidente transformación de los modos de enfermar y de morir de poblaciones locales.
“En Chile hay un repertorio de políticas y acciones estatales para responder a la situación evidente de que hay zonas que son sacrificadas “en pos del desarrollo”. Hay una diferencia notable entre la extracción de cobre, cuyos fondos son del Estado chileno. No es lo mismo con el monocultivo. Hay áreas del monocultivo que cumplen con todos los requisitos para ser consideradas zonas de sacrificio, pero no son reconocidas así. En este momento hay un consenso de la existencia de cinco zonas de sacrificio. Los criterios que las caracterizan es que son zonas de sacrificio por causa del desarrollo industrial, hay en ellas una vulneración sistemática de los derechos humanos, del derecho a la vida, a la salud, a la educación, al trabajo, a la alimentación, a la vivienda. Hay una imposibilidad de conservar las condiciones de la vida. Hay una irreversibilidad de los daños ya provocados a la salud humana, al medio ambiente y a todas las formas de vida que existan en ese lugar.” (Vasti Rojas, recuperación de Río Rana, Curanilahue, Wallmapu)
Durante el intercambio se compartieron al mismo tiempo ejemplos de las múltiples experiencias de resistencia y alternativas ante el avasallamiento forestal-celulósico. Como la lucha anticolonial de pueblos originarios que recuperan sus territorios ancestrales y resisten a la militarización y prisión política, campamentos y asentamientos del MST que abren brechas entre inmensos monocultivos forestales y mentales en Brasil, construyendo escuelas y sistemas agroforestales donde antes sólo había eucalipto. Comunidades quilombolas que continúan en lucha por recuperar sus tierras de manos de esas empresas. Mujeres de la Vía Campesina que destruyeron un vivero de plantines de la Aracruz Celulose en Rio Grande do Sul en 2006 y en 2009 destruyeron la producción de la mayor empresa forestal de Brasil en Espírito Santo. La formación de redes de producción familiar, agroecología, organizaciones y profesionales comprometides en Uruguay; el Movimiento Pedagógico de Liberación que desarrolla escuelas de formación política en Misiones para organizaciones de zafreros, campesinos e indígenas. Realizan monitoreo e investigación desde y para los trabajadores, a diferencia de la universidad regional que se aboca a fortalecer el modelo desde la academia, bajo clara influencia empresarial.
Texto colectivo del 1er Encuentro: Resistencia y militarización en el Wallmapu
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